EL MODERNISMO
A finales del siglo XIX triunfa el movimiento artístico conocido como Modernismo. El Modernismo tiene su origen en Hispanoamérica. La publicación en 1888 de Azul del poeta nicaragüense Rubén Darío se ha considerado tradicionalmente como el punto de arranque del Modernismo, ya que en esta obra se manifiestan con claridad los rasgos característicos del movimiento.
Entre esas características pueden destacarse las siguientes:
- Se trata de una literatura esteticista, es decir, se busca la belleza por encima de todo.
-Los autores buscan una evasión de la realidad, situando sus obras en escenarios remotos tanto en el espacio como en el tiempo. En los textos es habitual que se hable de épocas pasadas (como la Edad Media o la mitología grecolatina), de ambientes lujosos y refinados (palacios, castillos…) o de civilizaciones exóticas (China, Japón…). Esta mirada suele provenir de la influencia de la escuela parnasianista, que propugna el lema de "El arte por el arte", la belleza por la belleza. Los escritores modernistas que siguen esta escuela crean un arte de bellezas escultóricas, elevado, culto, con reminiscencias clásicas y mitológicas. En el caso de Rubén Darío se llega a la ostentación, lujo, al exceso ornamental, a la profusión de elementos exóticos, como un rebaño de elefantes, un quiosco de malaquita o un palacio de diamantes y su signo de identidad: el cisne.
En el caso de los escritores que siguen la escuela simbolista, los temas van asociados a los sentimientos más íntimos, muchas de veces de melancolía, de añoranza y de angustia o de una belleza decadente y profundamente preciosista. Recordemos los símbolos machadianos: las abejas, el camino, la tarde, la noria...
Un denominador común, suele ser, no obstante, más allá de los elementos recargados o más sobrios, la creación de una obra literaria que nos llega a través de todos los sentidos, los elementos plásticos, visuales, coloristas, olfativos, las sensaciones auditivas... nos hacen recorrer algunas de estas obras con los cinco sentidos, de ahí, el abundante uso de la sinestesia.
LA GENERACIÓN DEL 98
Se conoce con el nombre de generación del 98 a un grupo de autores españoles nacidos a finales del siglo XIX que abordaron en sus textos dos temas fundamentales: la decadencia de España y la angustia existencial. Se suele reconocer como miembros de esta generación a Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín y Ramiro de Maeztu. En sus reflexiones sobre la situación nacional, los autores del 98 recurrieron con frecuencia a la descripción de paisajes –fundamentalmente, el paisaje castellano- como elemento simbólico y lírico que representa España.
Los escritores del 98 persiguieron una depuración del lenguaje literario y buscaron un tono natural y sencillo en el que lo superfluo no tenía cabida.
Don Miguel de Unamuno |
Los autores del 98 arremeten contra la abulia del pueblo español, claman por la necesidad de modernizar nuestro país, recogiendo el testigo de los regeneracionistas, de europeizarla sin renunciar a la fuerza y belleza de sus costumbres, tradiciones y cultura. Véase Campos de Castilla de Antonio Machado.
El dolor por España les hará sumirse también en una profunda crisis personal que les llevará a algunos de ellos a una angustia existencial que reflejaran en algunas de sus obras, así es el caso de Niebla de Unamuno o de El árbol de la ciencia de Pío Baroja.
A pesar de la profunda diferencia a priori de estos dos movimientos artísticos y literarios, tienen su raíz en una misma profunda crisis de finales del siglo XIX y principios del siglo XX y resultarían dos caras de una misma moneda.
En un caso, los autores buscan evadirse de ese mundo en ruinas, que se deshace. Pensad en lo que supuso la pérdida de las últimas colonias para lo que había sido un imperio español, asolado por la profundísima crisis económica, social, política.
Sir Lawrence Alma-Taddema |
En otro caso, los escritores se comprometen con sus obras en la necesidad de renovación y cambio, llaman al pueblo a superar la situación de crisis y critican su abulia.
En realidad, las dos visiones no son opuestas y pueden convivir en la misma persona, como es el caso de Antonio Machado, cuyos inicios son modernistas: Soledades (1903), Soledades, galerías y otros poemas(1907) y cuyos temas en Campos de Castilla (1912) están plenamente sumidos en los postulados de la generación del 98.
Queridos alumnos, visto este panorama, esta será vuestra tarea:
.Observa los textos que se presentan a continuación, explica si pertenecen al Modernismo o la generación del 98 y por qué.
.Busca información sobre la escuela parnasianista y la escuela simbolista y aporta algún autor afín a cada una de ellas.
.Explica qué es la sinestesia con algún ejemplo.
TEXTOS
1.-
RUBÉN DARÍO
A MARGARITA DEBAYLE
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento.
Margarita, te voy a contar
un cuento.
Este era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha del día
y un rebaño de elefantes.
Un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita como tú.
Una tarde la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla,
una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a tí.
Cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso del papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: "¿Qué te has hecho?
Te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho,
que encendido se te ve?"
La princesa no mentía,
y así, dijo la verdad:
"Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad."
Y el rey clama: "¿No te he dicho
que el azul no hay que tocar?
¡Qué locura! ¡Qué capricho!
El Señor se va a enojar."
Y dice ella: "No hubo intento:
yo me fui no sé por qué;
por las olas y en el viento
fui a la estrella y la corté."
Y el papá dice enojado:
"Un castigo has de tener:
vuelve al cielo, y lo robado
vas ahora a devolver."
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el buen Jesús.
Y así dice: "En mis campiñas
esa rosa le ofrecí:
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí."
Viste el rey ropas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesa está bella,
pues ya tiene el prendedor,
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento
Ya que lejos de mí vas a estar
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.
2.-
ANTONIO MACHADO
A ORILLAS DEL DUERO
[...]
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerta
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
ufano de su nueva fortuna, y su opulencia,
a regalar a Alfonso los huertos de Valencia;
o que, tras la aventura que acreditó sus bríos,
pedía la conquista de los inmensos ríos
indianos a la corte, la madre de soldados,
guerreros y adalides que han de tornar, cargados
de plata y oro, a España, en regios galeones,
para la presa cuervos, para la lid leones.
Filósofos nutridos de sopa de convento
contemplan impasibles el amplio firmamento;
y si les llega en sueños, como un rumor distante,
clamor de mercaderes de muelles de Levante,
no acudirán siquiera a preguntar ¿qué pasa?
Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa.
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.
[...]
Hasta pronto. Un beso.
...
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