sábado, 4 de mayo de 2019

MIGUEL HERNÁNDEZ: UN REPASO POR SU POESÍA




Queridos amigos:

En esta ocasión me gustaría que recordáramos con un breve repaso la creación poética de uno de nuestros más grandes poetas, considerado un epígono de la generación del 27: Miguel Hernández.


Miguel Hernández


Recordemos los siguientes poemarios:
Perito en lunas, (Murcia, 1933).  
Compuesto por 42 octavas reales, pertenece a la época neogongorina.  

El rayo que no cesa, (Madrid, 1936). Se configura como un poemario de temática amorosa, inspirado por la pintora Maruja Mallo y compuesto principalmente por sonetos.

¿No cesará este rayo que me habita
el corazón de exasperadas fieras
y de fraguas coléricas y herreras
donde el metal más fresco se marchita?

¿No cesará esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y rígidas hogueras
hacia mi corazón que muge y grita?

Este rayo ni cesa ni se agota:
de mí mismo tomó su procedencia
y ejercita en mí mismo sus furores.

Esta obstinada piedra de mí brota
y sobre mí dirige la insistencia
de sus lluviosos rayos destructores.

Viento del pueblo, (Valencia, Socorro Rojo Internacional, 1937).
Este poemario pertenece ya a una segunda etapa literaria, considerada poesía bélica y de urgencia. Se trata de un poemario de compromiso social y político, en defensa de los desheredados, de los que trabajan el campo y no pueden alzar su propia voz, de ahí el papel comprometido del poeta, el cual se alistó voluntario por la II República.

Así, encontramos poemas como "Vientos del pueblo", "El niño yuntero" o "Aceituneros":


ACEITUNEROS

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna, 
los pies y las manos presos, 
sol a sol y luna a luna, 
pesan sobre vuestros huesos!


Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.


Paco Ibáñez canta "Andaluces de Jaén"


El hombre acecha (1937 - 1938), Diputación de Santander, Cantabria, 1981. Primera edición secuestrada en imprenta en 1939 y nunca publicada. Como veis este poema no fue publicado en vida del autor, manteniéndose inédito hasta 1981.
La crítica distingue en el libro cuatro grupos de poemas:    combativos, sociales, políticos y de aflicción.


EL HERIDO
II

Para la libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.

Para la libertad siento más corazones
que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas,
y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.

Para la libertad me desprendo a balazos
de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos,
de mi casa, de todo.

Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.

Retoñarán aladas de savia sin otoño
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño:
porque aún tengo la vida.


Serrat canta "Para la libertad"


Canción última

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias.

Regresará del llanto
adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.

Florecerán los besos
sobre las almohadas.

Y en torno de los cuerpos
elevará la sábana
su intensa enredadera
nocturna, perfumada.

El odio se amortigua
detrás de la ventana.

Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.

Cancionero y romancero de ausencias (1938–1941, Buenos Aires, Lautaro, 1958) El titulo del poemario habla por sí solo. Los momentos más duros y terribles en la vida de un ser humano, su paso por la guerra civil, las pérdidas, las ausencias, así:


Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Observad también el tono desgarrado de este otro poema:

¿De qué adoleció
la mujer aquella?


Del mal peor:
del mal de las ausencias.

Y el hombre aquél.

¿De qué murió
la mujer aquélla?
Del mal peor:
del mal de las ausencias.

Y el hombre aquél.

Y si hablamos de ausencias, cabe mayor dolor que la pérdida de un hijo, su primer hijo:

Muerto mío, muerto mío:
nadie nos siente en la tierra
donde haces caliente el frío.

No podemos olvidar la celebérrima:

Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.


Y, por supuesto, las Nanas de la cebolladedicada a la esperanza y a la ilusión puestas en su segundo hijo; en que su mujer, Josefina, y el niño superarán las penurias que están sufriendo y para el niño habrá un futuro mejor:



NANAS DE LA CEBOLLA


La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.

En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.

Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.

La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!

Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.

Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!

Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.

Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.

Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.



Serrat canta las "Nanas de la cebolla" 

Miguel Hernández una figura fundamental en nuestra literatura española. Espero que haya sido de vuestro agrado este esquema sobre su creación poética. Hasta pronto, un beso.

...




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nos encantará tu comentario